En mi
viaje por la vida, el cual he nombrado Escalada, he conocido muchos
escaladores, que subían la misma montaña; persiguiendo lo mismo que yo... la
conquista a los miedos, al amor, al crecimiento personal, al perdón y a vivir
plenamente. Un día, una de mis mejores amigas, me invitó a una escalada, con un
grupo de amantes del deporte, que perseguían
la conquista por la aventura y gustosamente acepté.
Al
principio advertí de la presencia de escaladores que me colocaban de cara con
un pasado que me dolía y que con el pasar de los años, había logrado transportarlo
en la parte más baja de mis recuerdos. Intenté escapar del compromiso contraído con mi
amiga, pero ella logró persuadirme y fue así, como emprendí el viaje.
Durante
la escalada del grupo, pude conocer cielos sencillamente espectaculares y disfruté
de los más bellos escenarios. La camarería era amena y gratificante. El grupo
era tan rico en diversidad de personalidades que brindaba la oportunidad de subdividirnos (ya saben, almas
que compartían un mismo interés se atraían). Todos los sub grupos eran parte de
un todo.
Desde
el comienzo de la escalada hasta mediados de la misma, me relacioné con
personas que me iluminaban. En los momentos de sed compartieron su agua, en los
momentos de frio compartieron su sol y durante la lluvia fueron la carpa bajo
la cual me guarecía. Establecí, lazos de
amistad que lograron arraigarse.
A
mediados de la escalada, me tocó trabajar mis emociones pasadas. Mi mente cual
si fuera un volcán, comenzó una erupción de sentimientos y pensamientos, que así,
como si fuera lava me quemaban. Solo logre calmar el volcán en erupción cuando
mi mente comenzó el ejercicio de pensar con inteligencia y el corazón se sentó
a tomar un té con el perdón.
Luego,
mi mejor amiga al no colocar uno de sus seguros adecuadamente, sufre un traspié
que la deja mal herida y aunque intentó continuar su escalada hacia la
conquista de la aventura, la herida le producía un dolor incapacitante. En su decisión
de abandonar la montaña, se fue también mi ilusión por llegar a conquistarla. Y
quedó la nostalgia por esos nuevos amigos que no olvidaré; pero que hoy dejo atrás.
Ahora, siento que ella me necesita.
Ahora, siento que ella me necesita.
¡Desde lejos continuaré observando sus escaladas!
Levy/
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