Desperté y súbitamente salí de la cama para evitar ser retenida por Morfeo.
Voy a la cocina miro y no veo nada, tampoco lo deseo, me siento abastecida. Nunca desayuno
tan temprano. Mientras espero que cada neurona de mi cerebro despierte y deje
de sentirme atontada; por la secuela de
haberme acostado a las tres de la mañana... me llega la nostalgia.
Por mi visión y filosofías en torno a la vida y la muerte,
no experimento esos “vacíos” que expresan sentir la mayoría de las personas,
al perder un ser querido. Pero hoy por primera vez, desee que el espíritu se hiciera
materia, no para contemplarlo, no para meramente abrazarlo; hoy extrañe las
cosas acostumbradas, en una visita
cotidiana.
Hoy quería vestirme, para ir a casa, subir la “cuesta”, ver
los gallos y gallinas del vecino, correr despavoridos y otros cuantos a salvo
en la orilla picoteando. Sentir el aroma peculiar del ambiente. Subir las
escaleras, decir: ¡Bendición!, dar un abrazo, un beso y preguntar:
¿Papi, a dónde
está mami?
Escuchar que me respondieran...
En el pueblo haciendo unos encargos. Esta es la señora que más
baja al pueblo, yo no me explico. En vez de hacer to’ de ve’, oye.
Hoy sentí, deseos de ver cómo te daba coraje, el coraje de
mi madre. ¡Jajajajajajaja!
No te molestaba la situación más que la ansiedad que te
provocaba ella y sus desesperos.
¡Bendíganme... padres!
Levy/
Levy/
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