miércoles, 22 de enero de 2014

UN REGALO MEMORABLE.



Cuando damos un regalo a una persona o lo recibimos, este suele venir acompañado con la intención de demostrar afecto, respeto admiración o amor. En los comercios, suelen dar regalos, como promociones u ofertas; las cuales sin lugar a dudas, repercuten en un beneficio para el dueño. Obviamente el comprador no lo percibe y lo visualiza como regalo a fin de cuentas. Pero también existen razones culturales, como regalar en Navidad y cumpleaños. Y razones religiosas, donde le damos énfasis a los regalos de la Divina Providencia. Lo regalado se convierte en memorable para quien lo da o lo recibe, tomando en cuenta de quien proviene, en la ocasión que seda o se recibe y la situación que atraviesa la persona. O sea, que el valor o memorabilidad, es un sentimiento que solo la persona en cuestión puede otorgarle al objeto; no por el objeto en sí, sino por quien lo otorga.
       Hay quienes se sienten agasajados, por un anillo o un collar el día de los enamorados, otros con una invitación a viajar; de lo cual expresan que jamás lo podrán olvidar. Los que guardamos con recelo eso que nos regalaron nuestros padres o abuelos. Por un hermano o un familiar. Un regalo memorable, no es simplemente regalar. Estos suelen tener historias que contar, las cuales trascienden en nuestras vidas. Son esas historias que confesamos a una amiga y que probablemente se compartirá.
       Si me preguntas por un regalo memorable, tendría que pensar en las expectativas de vida de un recién nacido, que no tuvo un buen cuidado prenatal, uno que no fue deseado. Uno al que querían abortar. En un bebe que a minutos de vida, queda sin familia y abandonado en un hospital. Una niña, diosa de ébano que imperó por semanas, casi sin poder respirar. Cautivó una institución de gobierno y arrebató el corazón del jefe de familia de un hogar.
       Una diosa de ébano que abonada con amor y protección fue creciendo fuerte, segura, inteligente y capaz. Rosas azules a flor de piel. Con su personalidad que hechiza al mundo, con sus espinas se protege de sus detractores; mientras, simultáneo se abre camino en un valle de Dementores. Tal parece que la intuición envolvía su célebre obsequio. Si me preguntas por un regalo memorable, te contestaría la vida… ¡MI VIDA!
       ¡Vida! Esa que disfruto porque Dios permite que así sea. Porque dejaré de vivirla, cuando Él así lo quiera. La que me permite respirar y sentir; llorar y reír. A través de la cual mi alma se hace experta en esas cosas que no se ven. La que guarda y alimenta mi espíritu por medio de la esperanza y la fe. ¡Vida! mi regalo que por ser memorable, jamás olvidaré todas mis historias de lucha, mis apegos, mis caídas y amores. Porque a través de ella he visto milagros que hoy me mantienen de pie. Escrito esta que tenía que nacer, entre abandonos y  desdén.
Por eso vida, mientras viva día tras día te valorizaré.
Levy/

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