Escribo lo
que pienso como lo siento, porque al escribir me siento en libertad; esa que no
encuentro al hablar.
Una fantasía
escrita se puede tornar en poesía.
Una fantasía
expresada oralmente puede ser tildada de pornografía.
Cierto, todo
está en la mente. Pero del que escucha, quien se guía de la forma, se confunde
con los abstractos y se pierde con el vocablo olvidado.
Al escribir,
el receptor es atrapado en mi fantasía o
sentimiento, en cambio al hablar suelo hacerlo a velocidad. En mi intento de expresarme al
unísono con mis pensamientos, intercepto aquellas palabras que mejor pudieran
describir lo que siento; dejandote en un laberinto mental.
Tal vez, no
experimento libertad al escribir…
Tal vez, es
que desaparece mi miedo a no saber expresar al hablar, mi sentir.
Levy/
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