lunes, 6 de enero de 2014

Castillos de arena... Sueños de papel...


 
Arena que vuela con la fuerza del viento,

papel que con él se eleva.

¡Arena que en el agua se desvanece,

papel que empapado en ella rompe!

Dos enamorados que sobre la arena, frente al mar, lanzan sus reciprocas promesas de fidelidad, amor eterno e infinita felicidad.

Dos enamorados que voluntariamente intercambian su libertad, sellando su pacto con caricias y profundos besos.

El candor de sus cuerpos sustituye la hoguera.

Esa primera fase del enamoramiento…

Que los vuelve sumisos y firman un sometimiento voluntario.

El pensarse en cada momento,

iniciando la telepatía que los hace llamarse en espacios simultáneos.

Las constantes, llamadas las interpretan como el indicativo que deja saber,

que en este instante esta pensando en ti.

Las risas y la musa que les invade el pensamiento;

transformando su intelecto,

mostrando un caudal de inventos.

Versos sobre servilletas, rosas de papel,

anillos ahogados en copas a medias de vino.

La dedicación de una canción, una cena con tu artista preferido.

Caminos de rosas que conducen a la habitación;

donde el erotismo y la pasión acompañan al amor…

Y después de consumidos, ese instante de no retirada,

se valora más que la respiración.

Manifestación cruda de lo que sentimos.

Que te envuelve y te eleva.

¡Que te moja y te rompe;


cuando llega la primera fase de la desilusión , generada por la monotonía y lo cotidiano arrojándonos al hastío. Ya los cuerpos solos no pueden generar calor... ya,  es molesto sentirse al culminar la eyaculación. Las constantes llamadas se perciben como asecho. Miradas pérdidas que perdieron comunicación. Sonrisas ausentes, nevadas corporales, iceberg sobre la cama. Dos parejas que no sienten el sol y en una noche de luna llena, ya no danzan  las caricias sobre los cuerpos ni aflora la imaginación. El mar, ya sea de día o de noche no envía  invitación. Nadie los envidia, al contemplar la guerra fría entre dos.

Unos enamorados, que una vez se juraron  amor, por aquellos deseos que sentían los dos; ya no son cómplices ni aventureros.

Surgen los piratas en la relación, esos que juegan a ser felices, que intentan llenar el vacío en su corazón. Esos que construyen castillos de arena, con una falsa ilusión.

Caricias vacías, esas de papel que solo complacen el deseo físico, que lo estrujan todo y no dejan huellas ni letras de arcoíris en el corazón.

Que no te brindan Paz que te roban la alegría y no cultivan amistad y el amor.
Castillos de arena... Sueños de papel...


¡Felicidad que se sueña y sobre papel se desea… fue solo una ilusión!

Levy/ 
   

El Príncipe encerrado en la Torre del Castillo.



   Creció con una familia sustituta en un pequeño pueblo, en una comunidad de bajos recursos. Su familia aunque diversa tenía algo en común en todos los componentes de ella. Los valores morales  eran uno de sus pilares, extremadamente elevados. Fue educada bajo la fe católica. Desde niña era extrovertida, alegre y bulliciosa.

   Una princesa que se sale de lo tradicional nada de pelo largo y rubio, ojos azules y esbeltos figura. Seré la princesa de piel negra, nariz ancha, pelo rebelde y gorda. Así literalmente,  sin diminutivos, porque me acepto y soy feliz.

   En mi historia mi príncipe no tiene rostro, ni color de piel; aunque muchos saben por cuales deliro. Mi príncipe es alto y fornido. Es de inteligencia retante, gran capacidad de expresión.  Sin tabúes, ni prejuicios. Mi príncipe tiene un alto sentido de la justicia y sus valores son estoicos. No cree en pasiones pasajeras, sexo fácil, amor fugaz. Posee tolerancia y excelente sentido de humor. También es un bailarín de primera.

   Se unió a mí porque fui la elegida, la escogida, por mis cualidades y mis defectos. Por mis manías, mi tenacidad y coraje ante los retos de la vida. Por mis alegrías  y depresiones. No siente la necesidad de vivir una aventura porque fui una decisión en su vida, un compromiso de esos que no se hacen frente a la sociedad, sino de esos compromisos que se hacen mirándose al espejo. No necesita apariencias, ni pretensiones. Es por eso, que por dos razones no me engañaría con una amiga o desconocida:

  • Por respeto a los sentimientos que sabe que siento por él.

  • Porque valora más nuestra relacion que un cuerpo fácil de poseer.

   Mi príncipe fue primero mi amigo; por eso conoce todo sobre mí. Mis miedos en la vida, mi talón de Aquiles. Tantas cosas que solo frente a mi reflejo  confieso y a través del tiempo a  él se las confesé. Conoce lo vulnerable que he estado frente a mis derrotas, mis decepciones amorosas y a medido la profundidad de mis heridas. Sabe de la intensidad de mi erotismo, la capacidad de mi entrega. El no construye en mi castillos de arena, simplemente no podría.

   Mi príncipe,  vive en mis sueños, anda perdido en mi memoria intentando salir del laberinto de mis fantasías.



Levy/




El Humanista.

Llegas con tus veinticinco, confesando un amor que te estaba asfixiando, cansado de no poder respirar hoy te armas de valor y decides expresármelo.
Que eres “humanista”, solitario, amante de la lectura fue tu carta de presentación.
¿Qué te motivo fijarte en mi- pregunte?
La curiosidad… fue tu respuesta.
Y de entrada sin conocer mis pasiones y temores básicos me hablas de sexo.
¡Estúpido!
Aquel que es humanista y disfruta de la lectura, valora el ser, lo admira y respeta. Por lo que no persigue saciar un vulgar deseo carnal. Pues el humanista es profundo, mira la esencia, el alma, expresa su amor dándole riendas sueltas a su entrega que suele ser espontanea. No siente curiosidad, porque ésta, solo surge del pensamiento del deseo de satisfacer meramente el cuerpo.
Levy/





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