30 de diciembre de
2013, a un día de la culminación de una jornada de 365 días. A estas alturas
muchos ya están repasando lo que ha sido sus logros, derrotas, intentos
fallidos, sus conquistas, resoluciones venideras y paramnesia.
En lo
personal me siento satisfecha, pues cumplí una de mis metas, “la obtención de
un grado universitario”, y aunque culmino el año sin empleo, ¡lo culmino relativamente tranquila y con la salud
de los míos! Ha sido un año muy variado, pero en resumen equilibrado. Experimenté
tristezas que redundaron en Paz y alegrías, que al final del día me dejaron vacía.
Les confieso que tengo ansiedad por el año 2014. Y se debe a la incertidumbre a
todas mis interrogantes, que sin llevarme a la desesperación, a la histeria, crisis
o miedo, están presentes en mi pensamiento.
Es en esos momentos de calma en tu vida, que te encuentras frente
al mar, esperando la llegada del atardecer y te preguntas: ¿las cosas que no
marchan bien en mi vida, este año cambiaran…?
En la ausencia de la respuesta, es que quiero dar el salto al futuro. Luego, comienza el espectáculo del atardecer y lo olvidas todo.
En la ausencia de la respuesta, es que quiero dar el salto al futuro. Luego, comienza el espectáculo del atardecer y lo olvidas todo.
¡Ese cuestionamiento quedó enredado en
la brisa que convive con las costas que bordean la playa e impulsado por las palmeras
se quedó atrapado en el cosmos; como una agenda pendiente! Hasta que una anoche,
lo olvidado resurgió trayendo consigo la respuesta envuelta en acertijo.
Tuve un sueño, en
el que alguien me mostraba un artefacto, parecido a una tostonera eléctrica. Solo
que en el sueño era un juguete. Cuando lo tomé en mis manos para observarlo, se
me ocurrió meter mi mano derecha y al bajar la tapa de arriba me pilló la mano
tan fuerte que comencé a desesperar, ante el miedo a que la mano explotara. Al
despertar, me sorprendí en posición fetal y con mi mano derecha entre medio de
mis rodillas; las cuales se presionaban entre sí. Ufff, que alivio sentí de haber
despertado de esa pesadilla. Acto seguido, un pensamiento se codificó en mí, dándome
una percepción con la cual, interpreté mi mal sueño, como la repuesta a mi
pregunta hacia el futuro; que redunda en esas cosas que van de cabeza en mi
mundo.
El dolor, representa
mi miedo. Ese que al despertar se transformó en sosiego. Entendí que no debo
temer al peor de los desenlaces, porque en su determinado momento todo dolor
experimentado, obrará para bien. En la medida que me desprenda de mis apegos, podré
sobrellevar la tristeza y recuperarme de toda pérdida.
Ya mis resoluciones están formuladas, con
objetividad y precisión. Aprovechando el regalo de vida y salud, con la cual cuento hoy; de las resoluciones pasadas incluí, aquellas que solo en la agenda se
quedaron.
¡Ya mis buenas vibras fueron enviadas,
a mis amigos y conocidos. Solo me queda esperar, vivir… respirar!
Levy/
Levy/
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