Corea del Norte, Corea del Sur, “La
Gran Nación”{Estados Unidos} y Yo, aquí en Puerto Rico.
Según fuentes del nuevodía.com, el ejército de Corea del Norte cuenta con 1.1 millones de efectivos.
Corea del Norte justifica su nueva amenaza ante la presencia en la zona y con motivo de las maniobras anuales conjuntas de Seúl y Washington de bombarderos estadounidenses B-52; además de cazas F-22 y los aviones conocidos como “furtivos”B-2, capaces de evadir radares y lanzar bombas nucleares.
Mientras, Estados Unidos mantiene 28,500 efectivos en Corea del Sur y está comprometido a defender a su aliado ante un hipotético ataque norcoreano como herencia de la Guerra de Corea (1950-53), concluida con un armisticio que mantiene técnicamente enfrentados a ambos lados de la península al no haber sido sustituido por un Tratado de Paz.
La
tensión en la frontera entre las dos Coreas; además está al máximo, luego de
que se cortara la línea oficial de comunicación y oficiales del norte negaran
acceso a los vecinos del sur que rutinariamente acceden a un parque industrial
financiado por Seúl, pero en terreno norcoreano.
¡Y Yo, aquí en
Puerto Rico! No soy estratega política ni de guerra. Nada que ver con
conflictos bélicos. Solo reacciono a la información recibida y que pretendo
sacar de mi sistema neuropsicológico a través de mi blog y compartirlo con
ustedes.
Era
casi las 7:00pm, cuando por medio de un programa televisivo escucho la noticia
de que el Presidente de Corea del Norte Pyongyang acababa de confirmar ataques
con misiles a territorios estadounidenses.
Guerra”, “Muerte”, “Hambre”, “Miseria”, Abusos”.
Guerra,
sinónimo de Terror. Eso precisamente sentí:
Terror
– Miedo – Histeria, me descompense totalmente, olvide controles emocionales,
calma, búsqueda de información, serenidad, perdí la Paz y la Fe.
Primera
opción, no fue doblar rodillas y elevar una oración de súplica de piedad, para
mi pueblo. Mi primera reacción fue mandar a mi hija a llamar a mi hijo mayor de
20 años, que se encontraba fuera de casa y que llegara inmediatamente. Llamar a
un compañero de trabajo y a dos de mis mejores amigas. Enviar cuatro mensajes
de texto a personas que recientemente han impactado mi vida de manera de
positiva. Mi hijo llego, nos abrazamos. El tomo como cómico mis histerias y
llanto descontrolado, bueno de hecho, mis tres hijos se burlaron de mi
histeria. Lo catalogaron un tanto exagerado. ¡Pero que
les puedo decir, así reaccioné! En realidad me destruiría emocionalmente ver el
sufrimiento en los míos, no soportaría tal impotencia.
A
todo esto nos conduce el Miedo a enfrentar que de tanto que queríamos lograr, no
hicimos nada. Porque se agotó el tiempo. Perdimos el control de lo planificado,
en el tiempo estipulado.
El
miedo, desde el punto de vista psicológico es un estado afectivo emocional
necesario para la correcta adaptación del organismo al medio, que provoca
angustia y ansiedad en la persona; ya que la persona puede sentir miedo sin que
pueda existir miedo, sin que parezca existir un motivo claro o inminente.
Sucede
que nos fijamos metas en la vida, metas que nos conducen a una mayor
estabilidad económica, para darle a los nuestros Calidad de Vida. No estoy
hablando de hacer dinero para vanagloria ni presunciones. Sino tener la
capacidad económica que nos permita brindarles a nuestros hijos una buena Calidad
de Vida que redunde en Educación, Cuidados de Salud y Seguridad. Mientras
estamos en el diario vivir, en nuestro afán de cumplir a cabalidad con todos
nuestros roles sociales {entiéndase madre/padre/empleado(a), esposa(o),
estudiante, etc.}, descuidamos a los que son la prioridad, olvidamos darle tiempo, mientras llega el momento de
brindarles calidad de vida a los que son el “Génesis” de nuestro afán. Y es ahí,
cuando los instantes como los del miércoles 3 de abril de 2013, aproximadamente
a las 7:00pm, nos desequilibran.
El solo hecho de pensar que el tiempo se agotó, que no
alcanzo hasta lograr esa estabilidad económica que redundaría en calidad de vida y que además perdiste horas contacto con los tuyos en el transcurso de lograr las metas impuestas de sencillamente devasta. A diario colocamos mensajes en nuestro perfil de redes sociales que hablan del amor a la pareja“que bonito decimos,lo enviamos a nuestras amistades y familiares, pero ahí se quedan decorando nuestro muro y el de quien lo recibe. No hacemos ajustes en nuestra rutina, pues no hay tiempo; hasta que en realidad se acabó el tiempo.
Isabel Levy Aponte/
Isabel Levy Aponte/
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