Vale
la pena recordar a quienes fueron mártires de sus guerras sociales. Adolfina
Villanueva Osorio fue una de ellas. Una mujer pobre de raza negra, sin ningún
grado escolar. Su esposo lo fue Don Agustín Carrasquillo Pinet con el cual
procreó seis hijos. Se dedicaban a la siembre de: yuca, papaya, gandules,
además de la pesca de orilla. Quienes la conocieron, la describen como una
mujer de carácter fuerte, El 6 de
febrero 1980, en Medianía Alta; Piñones Doña Adolfina Villanueva fue asesinada
por el sargento Víctor Estrella, de la policía de Puerto Rico por defender su
derecho a la parcela en la que vivía frente al mar. A la edad de 34 años, muere
a manos de un policía estatal; quién frente a sus hijos le dispara con una
escopeta.
Estos
hechos toman escena en el pueblo de Loíza, durante un desahucio forzoso en una
casita humilde de madera. La orden fue diligenciada por La Fuerza de Choque
dicen unos, por La Unidad de Operaciones Tácticas dicen otros y seis
alguaciles. Lo que sí coincide en esta historia es que el sargento de la Policía
de Puerto Rico, encargado de esta misión llevaba Estrella por apellido.
Narra
la historia que las tierras en disputa eran reclamadas por el Sr. Vernardo
Quiñonez, quien decía ser el dueño. Este contrata unos abogados y reclama las
tierras por la vía legal, pero el caso no prevaleció. Procedió a buscar amparo
en la Oficina de Ayuda al Ciudadano, en la Fortaleza; donde no lo recibieron.
No es hasta el 6 de febrero de 1980, a las 7:00am que el Sr. Quiñonez se presenta
frente a la casa que los ancestros de Doña Adolfina ocuparon por casi un siglo
(su padre Don Victoriano, había nacido en esas mismas tierras para el tiempo de
los españoles, y le regaló el terreno donde Vivian) así que comprenderá usted
si tenían derecho a sentirse dueños de su hogar), con policías y alguaciles
para hacer cumplir una orden de desahucio. “Ese día me levanté temprano. Iba
para Vega Baja a coger jueyes. Entonces se puso una nublazón. Los nenes estaban
en la escuela. Habían tres en la escuela. El mayor estaba en casa, Agustín, que
tenía 12 años cuando eso, y los más pequeños Zaida y César. Cuando yo me siento
en el balcón le dije a ella (Adolfina) yo no voy para allá a esta hora. Cuando
veo venir todo ese montón de policías. Se fueron por allá por la playa”,
comenzó a narrar a Horizonte el pescador, sentado en el balcón de su actual
casa en Villa Cristiana, Loíza. Como es de suponer Doña Adolfina se mostró
renuente al desalojo y mostró fuerte resistencia. Los encargados de la ley y el
orden respondieron a su negativa lanzándole químicos (gases) para obligarlos a
salir. “Los vamos a sacar vivos o muertos”, (recordó el pescador que dijo uno
de los 16 agentes acompañados por seis alguaciles y varias máquinas que
llegaron hasta el lugar con una orden judicial para desahuciar a la pareja de
su humilde residencia en madera en la comunidad de Tocones, la cual construyeron
después de casarse). Esta ofensiva provoca que Doña Alfonsina saliera de los
predios del interior de su hogar con machete en mano en defensa de los suyos y
lo que consideraba su patrimonio. Es ahí cuando cae abatida en el suelo del corral de cerdos, a donde
corrió para estar junto con su esposo, por los impactos de los perdigones que
provinieron de una escopeta disparada por quien juró un día proteger vidas y
propiedades en esta ISLA DEL ENCANTO! Don Carrasquillo resultó también herido de cuatro
disparos en su pierna izquierda de manos de los agentes (Carrasquilloluego
sufre múltiples operaciones para colocarle tornillos y pesas en el área afectada),
y es en ese instante que Doña Adolfina se convierte en parte de La Historia del
Pueblo de Loíza... de Puerto Rico...
No
obstante Don Carrasquillo, narra al Periódico El Horizonte; en una entrevista
realizada el domingo 6 de febrero de 2011, lo siguiente:
“En
un principio, él pensé que se trataba de un robo en la casa de mi vecino. Pero
tumban el portón y empezaron a disparar desde la playa para dentro de la casa.
Nos encerraron. Empezaron a tirar bombas de humo. Cuando la mujer mía vino para
encima de mí, vino un policía y le disparó”, continuó Carrasquillo Pinet (quien
días antes de esta entrevista mencionó haber visto a sargento, para aquella época Víctor Estrella; laborando en el cuartel
de Río Grande),
tras desmentir que Adolfina salió con un machete en la mano a enfrentar a los
policías y a defender su casa y sus hijos. Él tampoco estaba armado.
Es
claro que fue porque éramos pobres. Abusaron”, agregó.
No
pudo precisar en qué parte del cuerpo Adolfina recibió el disparo mortal,
aunque según informes policiacos su muerte la ocasionó una herida en el
costado. En medio de su dolor, tampoco supo si su esposa por diez años murió en
el acto o en el Centro Médico de Río Piedras a donde los trasportaron desde el
Centro de Diagnóstico y Tratamiento (CDT) de Río Grande. Allí se enteró sobre
el deceso de Adolfina.
La
tragedia pudo ser mayor De no ser porque su madre llegó corriendo, la
aplanadora que destruyó su hogar hubiese segado la vida de los tres menores que
estaban dentro de éste, indicó el hombre de 65 años, que se fue a vivir con su
progenitora y sus hijos al sector Colobó hasta que se casó con Anastasia Matos.
En los alrededores del
lugar construyeron complejos de viviendas y hospedaje, pero “en la parte donde
estaba la casa lo dejaron limpio. No lo tocaron. Lo que hicieron fue un daño
sin provecho”, mencionó Carrasquillo Pinet, quien no había regresado al área
hasta hace algunos meses.
Para
él, lo que ocurrió hace más de tres décadas fue una injusticia. Por largos
años, luchó en la corte para que no le quitaran su vivienda. Acudió a La
Fortaleza y al Capitolio. Todo fue en vano. “Estábamos luchando contra un
cocotú (gente de dinero), lamentó.
“Yo
oí decir que “Berito” Quiñónez (dueño de la finca) dio $15 mil al jurado para
que fallara a favor de él”, comentó.
De
sus hijos, sobreviven cuatro. Tres de ellos viven en Estados Unidos. Ninguno de
ellos guarda un recuerdo de su madre, descrita como una mujer de carácter
fuerte, dedicada a sus hijos y religiosa. Todo quedó debajo de los escombros.
Pero aun así, “ellos no tienen rencor. Nosotros los criamos decentes”, dijo su
padre quien junto con su nueva esposa educó a sus retoños.
A
preguntas de qué le parece que Adolfina se haya convertido en símbolo de lucha
para las comunidades a punto del desalojo, el pescador expuso que “hay que
recordar lo que pasó para que no ocurra lo mismo”.
Añadió
que “no me gustaría que pasara lo que nos pasó. El Gobierno está pisoteando al
pobre. Estamos viviendo una vida bien mala”.
Aprovechó,
además, para enviar un consejo a los policías para que este suceso, “que nunca
aquí
en Puerto Rico había pasado” se repita.
“Tienen
que pensar primero lo que van a hacer. No es justo quitarle la vida a alguien.
De milagro de Dios, esos nenes no me los mataron. “Los policías no tienen control
de las vidas”, sostuvo.
Posterior a este vergonzoso hecho, la familia de Adolfina llega hasta los tribunales; buscando justicia por la muerte de su defensora, pero solo ganaron la HUMILLACION, al describirla:
como siempre describen a las mujeres de su calaña: flaca y fibrosa, con el ceño fruncido, oscurísima como un animal de mangle y con la quijada apretada. Así siempre describen a las mujeres de la estirpe de Adolfina, a esas mujeres que se resisten a ser las obedientes servidoras.
por parte de quienes se supone honren nuestra Constitución y
Derechos como cuidadanos; exonerando a los responsables de este asesinato en un
juicio presidido por el Hon. Juez Charles Figueroa.
La
familia de Doña Adolfina, peleó por la justicia de su muerte ferozmente, así
como lo hiciera Villanueva ese 6 de febrero; entablando una demanda contra el
gobierno de Puerto Rico en donde el gobernador incúmbente Rafael Hernández
Colón les otorga una compensación monetaria.
Adolfina
Villanueva
Su
Historia,
Como
la cuenta su hermana…
Hermana
de Adolfina sufre aún la agonía de la carpeta
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Martes, 11 de noviembre de 2003
NOTICIAS
Por:
nydia_bauza
PRIMERA
HORA
"Me
mataron a mi hermana y nunca dejaron de perseguirme...".
Marta
Villanueva Osorio comenzó a ser "fichada" tan pronto se integró al
comité que exigía el esclarecimiento del crimen de su hermana Adolfina,
asesinada de un escopetazo en el pecho frente a su esposo y sus seis hijos, el
6 de febrero de 1980, cuando resistió un desahucio de la Policía en el barrio
Medianía Alta de Loíza.
"Yo
lo que pedía era justicia para mi hermana y por eso me abrieron una carpeta.
Toda nuestra familia fue perseguida", dijo Villanueva Osorio, quien es
parte del grupo de cientos de demandantes contra el Estado en el viejo pleito
de las carpetas y cuyo caso se transigió ayer antes de ir a juicio, en la sala
de la jueza superior Julia Garriga de Trillo.
Aunque
han pasado 23 años, Villanueva Osorio sostiene que su familia no se ha
recuperado del triste suceso que le arrancó la vida a su hermana, de 36 años.
"Eso nadie lo ha podido superar, ni mi mamá que tiene 80 años, ni nadie.
Estamos igual que si hubiera pasado ayer", dijo sumida en llanto Marta,
quien era una de las hermanas menores de Adolfina.
Sostuvo
que de los seis hijos que dejó su hermana, dos murieron. "Una de las niñas
murió de sufrimiento, tenía cáncer, y el menor, que tenía año y medio cuando le
asesinaron a su madre, se metió en problemas y lo mataron", relató.
Además, dijo que el hijo mayor de Adolfina, quien debe tener ahora 34 años,
cumple una cadena perpetua en Estados Unidos.
"La
familia se destruyó", dijo la mujer, a quien la Policía le levantó un expediente
el 31 de octubre de 1980 porque "es miembro activo del Partido Socialista
Puertorriqueño (PSP) y protesta por la muerte de su hermana", según un
documento en el expediente. Sin embargo, Villanueva Osorio, quien es maestra de
biología, alega que nunca ha militado en ningún partido político.
"Me
persiguieron en todos los sitios a donde iba y donde vivía", dijo, para
agregar que a su esposo, el estadounidense Michael Harris, le abrieron una
carpeta tan pronto se casaron en noviembre de 1981. Harris, también maestro,
figura como codemandante en el pleito instado por Villanueva Osorio.
La
demandante relató que tuvieron que mudarse varias veces porque la Policía los
indisponía en el vecindario y dijo que la persecución llegó al punto de que en
el Cuartel de Río Grande había fotos de ella.
"Nos
seguían continuamente y nos encañonaron a solas con armas largas en varias
ocasiones. Cuando visitábamos un edificio llamaban a la seguridad",
sostuvo, para añadir que en una ocasión la fueron a arrestar a un salón de
clases por un piquete que realizaron los estudiantes.
En
el ámbito del trabajo, dijo que la persecución que sufrió le impidió por 15
años escalar posiciones en el Departamento de Educación y no fue hasta ahora
que fue nombrada directora en una escuela en la calle Loíza, en Santurce.
Su
abogado, José Rodríguez Jiménez, dijo que su caso es diferente porque la
persecución persistió aún después de declararse la práctica del carpeteo
inconstitucional. Rodríguez indicó que después que le entregaron su expediente,
la Policía intentó fabricarle un caso en el que la maestra resultó agredida por
unos vecinos. << Comienzo del artículo "Me mataron a mi hermana y
nunca dejaron de perseguirme...".
Marta
Villanueva Osorio comenzó a ser "fichada" tan pronto se integró al
comité que exigía el esclarecimiento del crimen de su hermana Adolfina,
asesinada de un escopetazo en el pecho frente a su esposo y sus seis hijos, el
6 de febrero de 1980, cuando resistió un desahucio de la Policía en el barrio
Medianía Alta de Loíza.
"Yo
lo que pedía era justicia para mi hermana y por eso me abrieron una carpeta.
Toda nuestra familia fue perseguida", dijo Villanueva Osorio, quien es
parte del grupo de cientos de demandantes contra el Estado en el viejo pleito
de las carpetas y cuyo caso se transigió ayer antes de ir a juicio, en la sala
de la jueza superior Julia Garriga de Trillo.
Aunque
han pasado 23 años, Villanueva Osorio sostiene que su familia no se ha
recuperado del triste suceso que le arrancó la vida a su hermana, de 36 años.
"Eso nadie lo ha podido superar, ni mi mamá que tiene 80 años, ni nadie.
Estamos igual que si hubiera pasado ayer", dijo sumida en llanto Marta,
quien era una de las hermanas menores de Adolfina.
Sostuvo
que de los seis hijos que dejó su hermana, dos murieron. "Una de las niñas
murió de sufrimiento, tenía cáncer, y el menor, que tenía año y medio cuando le
asesinaron a su madre, se metió en problemas y lo mataron", relató.
Además, dijo que el hijo mayor de Adolfina, quien debe tener ahora 34 años,
cumple una cadena perpetua en Estados Unidos.
"La
familia se destruyó", dijo la mujer, a quien la Policía le levantó un
expediente el 31 de octubre de 1980 porque "es miembro activo del Partido
Socialista Puertorriqueño (PSP) y protesta por la muerte de su hermana",
según un documento en el expediente. Sin embargo, Villanueva Osorio, quien es
maestra de biología, alega que nunca ha militado en ningún partido político.
"Me
persiguieron en todos los sitios a donde iba y donde vivía", dijo, para
agregar que a su esposo, el estadounidense Michael Harris, le abrieron una
carpeta tan pronto se casaron en noviembre de 1981. Harris, también maestro,
figura como codemandante en el pleito instado por Villanueva Osorio.
La
demandante relató que tuvieron que mudarse varias veces porque la Policía los
indisponía en el vecindario y dijo que la persecución llegó al punto de que en
el Cuartel de Río Grande había fotos de ella.
"Nos
seguían continuamente y nos encañonaron a solas con armas largas en varias
ocasiones. Cuando visitábamos un edificio llamaban a la seguridad",
sostuvo, para añadir que en una ocasión la fueron a arrestar a un salón de
clases por un piquete que realizaron los estudiantes.
En
el ámbito del trabajo, dijo que la persecución que sufrió le impidió por 15
años escalar posiciones en el Departamento de Educación y no fue hasta ahora
que fue nombrada directora en una escuela en la calle Loíza, en Santurce.
Su
abogado, José Rodríguez Jiménez, dijo que su caso es diferente porque la
persecución persistió aún después de declararse la práctica del carpeteo
inconstitucional. Rodríguez indicó que después que le entregaron su expediente,
la Policía intentó fabricarle un caso en el que la maestra resultó agredida por
unos vecinos."
Loíza
recuerda a Adolfina Villanueva
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Lunes,
7 de febrero de 2005
EL
NUEVO DIA / NOTICIAS
Por: por_eugenio_hopgood_davila
ehopgood@elnuevodia.com
"Esa
es mi casa y yo no la voy a abandonar... me tienen que sacar muerta de
allí", le dijo Adolfina Villanueva a su padre Victoriano, meses antes de
que sus palabras se cumplieran como una profecía.
Así
lo recuerda haber escuchado Marta Villanueva, una de sus hermanas menores, en
una conversación familiar allá en el sector Tocones del barrio loiceño de
Medianía Alta.
Marta
participó ayer en un acto de conmemoración de la vida y la muerte de Adolfina,
asesinada por agentes de la Policía de Puerto Rico hace 25 años -el 6 de
febrero de 1980- frente a sus seis hijos durante un operativo para expulsarlos
de las tierras donde por varias generaciones había vivido su familia.
"Ella
era callada, humilde, seria y tenía un carácter muy firme", recuerda Marta
de su hermana, quien tenía 34 años de edad cuando cayó herida de muerte por un
disparo de escopeta.
El
sargento Víctor Estrella fue acusado y absuelto de asesinato por la muerte de
Adolfina.
Maricruz
Rivera Clemente, gestora de la Corporación Piñones se Integra, una organización
comunitaria que se unió este año al Comité de Resistencia y Dignidad Adolfina
Villanueva en la conmemoración del evento histórico, destacó que es importante
dar a conocer la historia de esta mujer loiceña a los niños y jóvenes del
sector.
"Hay
muchas Adolfinas en Loíza", dice Rivera. "Las expropiaciones son una
amenaza en todo momento", añade al recordar que en el municipio hay muchos
vecinos que no tienen títulos de propiedad y cuyo reclamo a la tierra se basa
en los derechos adquiridos por haber residido por décadas en sus terrenos.
La
situación, añadió, es caldo de cultivo para conflictos de propiedad entre los
loiceños tradicionales, "que estamos en defensa de nuestros hogares",
las familias terratenientes y los desarrolladores que, en palabras de Tati
Fridman, una de las organizadores de la actividad, "quieren convertir a
Loíza en otro Isla Verde".
Rivera
sostuvo que la conmemoración de la muerte de Adolfina "es importante para
recordar la injusticia que se cometió contra una mujer que es loiceña, nuestra,
y que defendió a sus hijos y a su tierra".
Marta
Villanueva, hoy directora escolar y quien narró cómo fue perseguida por años
por la Policía, debido a su empeño en lograr justicia para su hermana, recordó
cuando rescató una de las ventanas de la casa demolida llena de orificios de
bala. "De milagro no mataron a los nenes". A ella "la matan
después de que comenzaron los disparos y ella se asoma creyendo que uno de los
niños estaba afuera. Cuando Agustín (Carrasquillo, su entonces esposo) vio que
la hirieron, fue hasta donde ella y le dispararon también", cuenta Marta.
La
casa de Adolfina y Agustín había sido levantada originalmente por don
Victoriano en 1947 con el permiso de Juanín Sánchez, entonces dueño de los
terrenos, según una entrevista concedida por Carrasquillo en 1985. Victoriano,
además de pescador, había sido mayordomo en la finca de Sánchez y levantó dos
ranchos de madera y pencas de palma en un área cerca de la playa, donde el
propietario le dijo que incluso estaban fuera de la finca.
Cuando
Carrasquillo, también pescador, comenzó a construir una casa de hormigón y
madera, el nuevo dueño, Veremundo Quiñones, inició el pleito de desahucio
contra ellos.
Marta
Villanueva recuerda que en la década del ochenta varios de los movimientos de
rescatadores de terrenos en el noreste, como el de Villa Sin Miedo, en Río
Grande y Pueblo Indio, en Canóvanas, se inspiraron en la figura de Adolfina
Villanueva.
En
Boston y Filadelfia, fríos parajes que Adolfina -aferrada a su casita frente al
mar- nunca se le habría ocurrido visitar, hay un museo comunitario y un
complejo de residencias para madres solteras, respectivamente, que llevan su
nombre.
En
Loíza, por incontables factores, la historia de Adolfina Villanueva quedó
rezagada en la memoria y la conciencia de sus compueblanos.
Ahora
un grupo de loiceños y sobre todo de loiceñas ha emprendido el rescate de su
legado.
El
mural 'Piñones No Olvida' se pintó por Remix en el 2008 en honor a Adolfina
Villanueva y a Sarah Peisch, ubica en la
Carr. 187 Km 7.
Doña Adolfina Villanueva, no solo era una mujer comunitariamente hablando dedicada, sacrificada y valerosa también hablamos de una persona con unos valores difíciles de manifestar a través de palabras.
Está dedicada mujer a la que el gobierno de Puerto Rico asesino, lucho hasta su último día por aquello que le pertenecía y que era justo, tanto para ella, familia y su comunidad de Loíza. Adolfina más que un símbolo de valentía, patriotismo y justicia, trasciende, ya que es un símbolo nacional. Es posible que ella no estuviera consciente y que la familia vive todavía el dolor de su muerte, pero ella fue, es y seguirá siendo una imagen venerada, como Albizu, no se debe dejar de conmemorar.
Son pocas las personas que ven la acción de Adolfina como un gesto heroico, valiente y de dignidad, debido al escaso conocimiento de su caso. Me aflige pensar que el gobierno sigue asesinando comunidades por medio del proceso de expropiación forzosa, la mala planificación y la corrupción, como en la Junta de Planificación, la cual ha llevado a muchos jefes de agencias de gobierno a darle la espalda al pueblo para favorecer a los más pudientes.
María
Del Mar
Los pobres querían
un sitio en dónde vivir,
Su desahucio todo el mundo lo comentó.
No fueron en nombre del entendimiento.
La sangre inocente nos cubrió de duelo.
Si ésta tierra es para todos,
Estudiantes
de Comunicaciones de la Universidad del Sagrado Corazón, San Juan, P.R. se expresan:
Stephanie
Reyes.Doña Adolfina Villanueva, no solo era una mujer comunitariamente hablando dedicada, sacrificada y valerosa también hablamos de una persona con unos valores difíciles de manifestar a través de palabras.
Está dedicada mujer a la que el gobierno de Puerto Rico asesino, lucho hasta su último día por aquello que le pertenecía y que era justo, tanto para ella, familia y su comunidad de Loíza. Adolfina más que un símbolo de valentía, patriotismo y justicia, trasciende, ya que es un símbolo nacional. Es posible que ella no estuviera consciente y que la familia vive todavía el dolor de su muerte, pero ella fue, es y seguirá siendo una imagen venerada, como Albizu, no se debe dejar de conmemorar.
Son pocas las personas que ven la acción de Adolfina como un gesto heroico, valiente y de dignidad, debido al escaso conocimiento de su caso. Me aflige pensar que el gobierno sigue asesinando comunidades por medio del proceso de expropiación forzosa, la mala planificación y la corrupción, como en la Junta de Planificación, la cual ha llevado a muchos jefes de agencias de gobierno a darle la espalda al pueblo para favorecer a los más pudientes.
Lamentablemente
estamos viviendo bajo un gobierno que solo busca su bienestar personal, sin
importar el bien común, pasando por alto las leyes y derechos que nos defienden
como ciudadanos. Todo esto, debido a que somos “perdidas” según el gobierno y
la justicia la tiene el que pague más.
Considero
que es suficiente de los atropellos en contra del pueblo y que como mayoría
debemos poner un alto a este gobierno egoísta y capitalista que solo busca
perjudicar al pueblo para manipularlo a su antojo. Para que tengan una idea,
muy semejante a este caso, experimentamos recientemente el caso de “Villas del
Sol”. Esto no es algo de hoy sino de siempre, el dinero no puede continuar
oprimiendo nuestros derechos, la verdadera justicia y nuestro valor.
Cuando
hablamos de Adolfina Villanueva, no podemos dejar de pensar en la debilidad de
muchos y el poder de otros. Adolfina, una mujer negra que defendió con su vida
lo que creía que por ley le correspondía. No pudo nunca saber hasta donde su
sacrificio la llevaría. La llevó a la muerte pero defendió como pocos su
integridad, defendió con coraje aquello en lo que creyó y dio frente al poder aun
siendo solo una mujer, una mujer que como muchos grandes ejemplos de valentía
lucho por lo que creía justo y al igual que Antonia Martínez, que gritándole a
los policías para que no abusarán de los estudiantes, perdió la vida, la muerte
en llamas de Doris Torresola frente a la Corte Federal, el asesinato de Isabel
Luberza, la Madama de Maragüez y la de Luisa Nevares Ortiz, a quien nunca se le probó que fuera
culpable del crimen que la llevaría a la horca. A esas se suman millones de
formas de la violencia para callar a los que se atreven a gritar por sus
derechos. Lo que muchos no saben ni logran entender es la fuerza que nos da a
la mujer el sólo hecho de que nuestro hogar, nuestra familia está en peligro,
nos convertimos en leonas, luchando contra todos los Goliat que se nos
enfrenten.
Adolfina
es un ejemplo de lucha, de esa lucha que se lleva cuando se vive en la pobreza,
cuando no tenemos el poder que otorga el ''don dinero" y tampoco las influencias
de los amigos acomodados. Adolfina sólo pensó en el derecho que le daban los
años en que sus ancestros habían vividos sus tierras, desconocía la palabra
dueño, propietario o como le quieran llamar: dueña de esa tierra solo se sentía
ella. Es gracioso pensar que los papeles hoy día tienen el poder de hacerte
dueño, que hubiera pasado si cuando Colón llego a nuestra isla nuestros
fundadores "los indios taínos" le hubieran mostrado una escritura. No
fue así, pero el poder nuevamente hizo acto de presencia y en un abrir y cerrar
de ojos, aquellos fundadores, aquellos que ocupaban hasta ese entonces esta
hermosa isla perdieron lo que tanto habían creído suyo.
Por tanto hay veces que los papeles no lo son
todo, hay cosas que nos pertenecen por pasión, ¿por qué? la sentimos nuestra, porque nunca nadie las
reclamo y ¿Por qué? la convertimos en
propia. Independientemente de quien fuera el derecho legal, está el derecho
moral. No importa quien tenía la razón importaba quizás quien tenía menos,
importaba el diálogo, la comunicación en el último de los casos importaba la
compasión.
Adolfina
no hizo nada malo, para que le costara la vida. Hoy Puerto Rico vive muchos
otros casos parecidos a este donde el gobierno se niega al diálogo, donde como
en el caso del Dr. Ibarra, ex-presidente del Colegio de Médico en un apto de
compasión por otros ofreció gratuitamente unos terrenos propios para que los
ciudadanos de Villas del Sol, tuvieran una oportunidad para tener sus hogares,
y es el propio gobierno quién más trabas a puesto para que no se logrará llevar
a cabo el proceso. Como bien dijo el propio doctor Ibarra, es increíble que uno
no pueda llevar a cabo ni un buen acto de amor.
Hoy
muchas comunidades que viven de esta manera, en terrenos invadidos, pero lejos
de buscar lo correcto o no de estas familias debemos buscar ¿por qué? llegamos
a esto para tener un hogar. Es con eso que debemos trabajar tanto la ciudadanía
como el gobierno.
El
caso de Adolfina es un recuerdo doloroso para todos, la pérdida de una vida no se
justifica, no importa su machete este no podría hacerle nada a un batallón de
policías armados, importa que ese machete significada para Adolfina el arma con
el que defendería la vida y la propiedad que ella entendía era suya y de su
familia.
RUBÉN BLADES
DESAHUCIO
La soga sigue partiendo por lo más fino.
De más está predicar que así es el destino.
Parece que no tener plata es un delito.
Que vale más la injusticia que el "¡Ay,
bendito!"
y comenzar, desde ahí, su recuperación.
Sabían que su
permanencia era ilegal,
pero, sin dinero, no hubo otra
solución.
Justicia
queen asesina se convirtió,
tronchando la vida
humilde deuna mujer:
la Ley aplicada mal deja de ser Ley.
No hubo explicaciones, ni hubo sentimiento.
Luciendo
uniformes de orden y proceso,
llegó un pelotón de
fusilamiento.
Los
gritos de muerte despertaron a un pueblo.
Cuerpo acribillado, que lección encierras:
para
el pobre, el cielo: pa'l rico, la tierra!
¡Ella no te pide pena, sólo tu respeto y ya!
Todos tenemos derecho a vivir con dignidad.
No te pide privilegios, ni te pide caridad.
Esto debe quedar claro: sin justicia no habrá
paz.
no la asfixies con
alambre.
Para tú vivir mejor,
no mates a otros de hambre.
Sin demagogia ni ideología dale
entrada al pobre en la economía.
La Patria no es una finca
que se puede hipotecar.
Si es verdad que Cristo viene,
mejor huye!
Camará!
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