Observando las conductas limitantes de los demás, me hice consciente, de mis propias limitaciones...
¡Quedé sorprendida de cuántos capítulos, tiene el libro de mi vida!
Pasé todo el día y la noche reflexionando sobre mi recién descubierta realidad. Mire mis alrededores y todo me resultaba asfixiante... entonces, me ganó la desidia.
¡Quedé sorprendida de cuántos capítulos, tiene el libro de mi vida!
Pasé todo el día y la noche reflexionando sobre mi recién descubierta realidad. Mire mis alrededores y todo me resultaba asfixiante... entonces, me ganó la desidia.
Me torné perezosa y me quedé dormida por unos minutos.
Al despertar me sentía cansada. Tanto tiempo dedicado al pensamiento me drenó.
- Cuerpo levántate y anda -, le ordené.
Me preparé una taza de café y me
senté con mis emociones a dialogar un rato.
Jugamos a ponerle nombre a eso que siento. A mirar mi Yo Interior con compasión y darle bálsamo de perdón a mis equivocaciones...
De mucho conversado y poco hablado; terminamos la tertulia con una cómplice sonrisa y un abrazo al alma.
¿Yo?
¡Yo quedé amándome, llena de planes, alegrías y expectativas!
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