El
tumulto de sentimientos y preocupaciones
fueron
creando una atmósfera árida en mí interior.
La
intensa humedad que disfrazaba
con
una amplia sonrisa y unos ojos de ébano brillante;
quedaban
al descubierto con el profuso sudor
que
brotaba por mis poros…
bañando
en impurezas saladas el cuerpo.
¿Acaso
es así, que desecho toda impureza química y emocional?
Sentada,
me encontraba cerquita de una ventana,
buscando
un soplo de aire, para agarrar un respiro
y
mitigar en algo, la elevada temperatura de mi cuerpo
y
lo sofocante de mis pensamientos….
Me
sorprendió la brisa repentina con olor a lluvia
y
la fugaz llegada de gotas de agua refrescante
salpicando
mi piel.
Experimenté
el placer de sentir
como
cada poro de mi piel se la bebía.
Y
como cada preocupación se hidrataba
de
ideas, de esperanza y de fe.
Levy/
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