A
menudo sucede, que cuando decides que sean los vientos del destino los que
muevan tus velas y te dirijan; es cuando llegas a donde debes estar. Es como
dejarse guiar por la divinidad, es confiar, es fluir…
Entonces
ves los cambios significativos y las bendiciones asomarse a tu vida.
Te
sientes tan liviano, refrescado y vital. Tanta energía de positivismo y alegría
te mueve a seguir produciendo cambios en tu vida, en tu entorno inmediato y en
el de los demás…
Levy/
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