martes, 11 de noviembre de 2014

“Download”



Se vale descargar los sentimientos que se ocultan; pero nunca abandonan el ser.

 

Una vez pensé en la vida de Frida Kahlo y más de una vez he pensado en la mía.  Mi vida al lado de su desierto ha sido un oasis, mas sería una soberbia, si la comparo.

Pero una vez, pensé en el calvario de su muerte, que nunca vio justicia y anhelos realizados y más de una vez, he mirado al horizonte y me he preguntado:



¿Me alcanzará esta vida para lograr todo lo soñado y ver retribuida  injusticias recibidas? ¿En medio de mi ocaso, habrá tiempo para despedidas y perdón para mis pecados? ¿Cómo consolaba Frida la aflicción del alma? Esa que te grita adentro llanto; esa que te la vuelve sensible y se comprime con un timbre de voz bajo? ¿Cómo vestía al duelo de sol y transformaba los vacíos fríos y desolados?



No llueven respuestas y no quiero precipitar ingratitud. El destino siempre me fue sincero, cuando al nacer me dijo que pasó, que pasa, y que continuará pasando. Que en algunos me estremecerá y en otros no tanto. No obstante,  nunca me confesó como ha de ser mi propio llanto.



Nos mueve la promesa y soportamos la injuria, con  alimento de fe en Proverbios 10:28 que nos decía:

 “La esperanza de los justos es alegría. Pero la expectación de los impíos perecerá”.



Inquietamos al alma golpeada con la traición, anhelando justicia, Salmos 119:20:

 “Quebrantada esta mi alma de desear tus juicios en todo tiempo”.



¿Acaso habremos coincidido en algún momento, despidiendo la noche, pensando en el calor radiante del próximo día y esa certeza de volverlo a ver?


Padecemos la enfermedad con la ilusión de un arrogante despertar y por ello nuestros días, solemos derrochar.



Hoy me acuesto toda llanto…

En mi espiritualidad recorreré todos los recuerdos que tú, tal vez, también has recorrido y mañana volveré a ser alborada, para los que siguen con el ritmo del mundo.


Mañana descargaré esperanzas y sonrisas…
Levy/


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