Alguien hizo la siguiente pregunta: ¿Puede el hombre ser feliz sin amigos?
Si, respondió la mayoría.
¿Por
qué? Respondieron: "en nuestro interior, Dios no dotó de todo lo necesario para sustentarnos emocionalmente.
Que la felicidad es una decisión, un estado de la mente y que no necesitamos a
nadie, para hacernos feliz".
Otros pocos, ofrecieron respuestas ambiguas o contradictorias.
Sustentándose en la vida de los ermitaños. (Cosa que en lo personal considere
absurdo, puesto que está muy lejos de nuestra realidad y cultura).
Yo respondí:
¡Me temo que no!
Entonces, me preguntaron, ¿Por qué?
“El ser humano por naturaleza fue creado un ser
dependiente, contrario a lo que muchos creen. Por ende, tener la convicción de
que se tiene alguien a quien recurrir para compartir nuestras diversas
emociones, sensaciones y pensamientos, se vuelve imperativo”.
Partiendo
de nuestra realidad actual, de la sociedad actual de donde provenimos, con las filosofías
y preceptos que nos caracterizan, permítanme ilustrarle en mi punto de vista...
Imagínense
en una isla desierta. En ella, tienen un cielo azul brillante, un sol
destellante, con un clima agradable. Una isla con una hermosa costa, engalanada
con una playa con colores tornasoles en sus aguas, una arena blanca e hileras
de palmas.
Cuando
en la isla te adentras, descubres un hermoso bosque con diversidad en su fauna.
Cascadas impresionantes, ríos con piedras blancas y de aguas claras. La paleta del
color verde se desparrama en todas sus tonalidades. Los colores de las flores
que allí existen son intensos, tenues, diversos y vibrantes.
Para tu
alimentación y siguiendo nuestra pirámide alimenticia, tienes a tu disposición las
aves, los moluscos, crustáceos, granos, cereales, frutas, verduras y vegetales.
Así
pues, estas en una isla que te provee aire puro, agua potable y alimentos
saludables. ¡Ja! Lo mejor que te ofrece es que todo está en ese lugar para tí
exclusivamente. Solo para ti, estas totalmente solo. Sin oportunidad de
procrearte y de relacionarte con algún ser semejante a tí.
Probablemente,
pasarás tus comienzos en la
isla de plácemes, sin obligaciones ni el estrés cotidiano que acostumbra acompañarnos.
Sentirás en cada poro de tu piel la absoluta libertad, de andar como quieras,
de comer lo que quieras, de decir lo que quieras, de hacer lo que te dé la soberana gana.
Pero
apuesto, a que tarde o temprano comenzaras a extrañar. Extrañarás, cosas, gentes,
sensaciones... Será
desde ese instante, que la homeostasis de tu cuerpo comenzará a alterarse. La mente está
ligada a nuestro cuerpo, el cual responde a sus comandos por medio de los
nervios. A través de nuestro cerebro reaccionarnos a lo físico y lo emocional,
lo segundo está ligado a nuestro sistema nervioso central. A veces, pienso que
de ahí surge el concepto de pensar en corazones cuando se habla de amor. El corazón
es un músculo y los músculos
todos, reaccionan a los impulsos que envían las neuronas.
En el proceso de homeostasis mental de nuestro
cuerpo, el organismo en medio de una sensación o emoción negativa reacciona, alterando
nuestra respiración (necesaria para nuestras células). Toda vez que el cerebro,
perciba que estamos solos, lo decodificará
como soledad; la cual se interpretará
con mucha probabilidad como un vacío o abandono. Comenzará a transmitirle a
nuestras neuronas la necesidad de compañía, de tener a alguien a nuestro lado
en quien confiar, alguien a quien referirle nuestras necesidades y
pensamientos... a alguien que no está. El mensaje enviado viajará de las neuronas a los
terminales nerviosos de nuestro cuerpo, interpretado como una angustia; donde
comenzaremos a somatizar. Ya en esta etapa, se suele deprimir el organismo,
bajar las defensas del cuerpo, alterar sus patrones que influyen en su
capacidad de pensar claramente y de cuidar de sí mismo. Creando un sentimiento
de pérdida del sentido de la vida y finalmente morirá.
Otro
posible escenario en el proceso de la somatización, podría sugerir el
desarrollo de enfermedades, como el cáncer. Se dice que todos nacemos con la predisposición
a desarrollarlo y es un misterio para la ciencia, el porqué unos lo desarrollan y
otros no. El cáncer es una enfermedad ligada científicamente al factor
emocional y mental. Los estados de ánimos negativos, presentes en nuestro
organismo de forma permanente y consecuente, bien podría desatar esa pre- disposición
a padecerlo. Como consecuencia, nuestro organismo se deprime alterando nuestros
procesos homeostáticos. Redundando en la misma cadena de eventos explicados anteriormente.
Es por
consecuente, que estimo que el individuo no puede vivir sin amigos. Puesto que
estos suponen en nuestra vida, un elemento fundamental para nuestra existencia saludable
psicológicamente hablando. Por ello, se hace tan imperativo esos “like” en las
redes sociales y la popularidad de las mismas. A través de las redes sociales,
el hombre ha encontrado un paraíso que le permite satisfacer sus necesidades
emocionales; en su búsqueda de encontrar nuevos amigos y conservar los ya
obtenidos. Claro está, no todas esas personas equivalen al contexto de la
palabra amigo, a la cual me refiero en este escrito. Pero eso sería otro tema a
discutir. Lo que quiero es concentrarme en esta parte, donde el hombre ha hecho
imperante en su diario vivir la existencia de esta modalidad intentando suplir
una necesidad de amistad. Se hace tan imperativa, la necesidad innata del ser humano de la amistad, que cuando somos niños, inventamos esos amigos imaginarios. Con ellos conversamos, peleamos, jugamos y los volvemos nuestros confidentes. A esa corta edad (3 a no más de 6 años), aun no se tiene en perspectiva la definición de amistad; pero sí la necesidad de la misma.
Levy/
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