lunes, 18 de marzo de 2013

DOLOR QUE CALLA EL ALMA.


Dolor Que Calla El Alma.

Álvaro era un anciano que exhibía un mal carácter y bien claro sus vecinos tenían que a su propiedad no deberían acercarse para no desatar su ira; la cual se esmeraba en demostrar cada vez que era provocado, pues con insultos, gritos, furia y violencia con la que arrojaba los objetos, intimidaba a todos en el silencioso y apacible lugar. Utilizaba una silla de ruedas para moverse, nadie sabe cuál era su mal, muy delgado era su cuerpo con pelo color ceniza y expresiones en su rostro fuertemente marcadas que despertaba en quien lo miraba la sensación de amargado, arrugado y tenso corazón. Gustaba de visitar el pueblo de Maunabo, específicamente en el campo, donde ubicaba una casa humilde alejada de las demás, apenas se visualizaba la estructura que estaba rodeada por la vegetación, no se escucha música, no se escucha alegría, nunca se visualiza niños en el patio, ni fiesta alguna, solo se veía entrar y salir a aquel anciano a la casa misteriosa como los chicos del barrio solían llamar. Cosa que despertó la curiosidad de Ana Luz, una bella niña de cabellos rizados, dorados y brillantes como el sol, mirada de verde turquesa, relajante como el mar y un espíritu aventurero y compasivo.

Ana Luz, solía en las mañanas permanecer distraída por varios minutos frente a la ventana de su habitación que daba al ala sur de su residencia, desde allí, contemplaba la gama de colores que exhibía el cielo a medida el sol se levantaba, gustaba de sentir el calor del sol sobre sus rosadas mejillas, que se acercaba y tenuemente la acariciaba; los mismos rayos que alumbran las hojas de la vegetación que se observaba a lo lejos rodeando aquella casa. Ana Luz, a fuerza de tanto ver a Álvaro visitando el lugar, una mañana de refrescante primavera, decidió acercarse y los limites cruzar. Intrigante para ella se tornó y quiso su curiosidad saciar.

__ ¿Hola?, preguntó…

Pero nadie contestaba. Ana Luz muy precavida, entró hasta el balcón y la puerta tocó.

__toc, toc… 

__toc, toc, toc…

__ ¡Buenos días!

Nadie respondió, muy curiosa Ana Luz giró la perilla de la puerta de entrada, la que para su sorpresa abrió. (Pasa que Álvaro estaba tan confiado en que nadie a esa casa se acercaba debido a su mal humor, que desde hace mucho tiempo de cerrar con seguridad la puerta de entrada declinó).

Ana Luz, husmeando hasta el interior de aquella casa llegó, observando que se encontraba sin persona alguna, pero amueblada, limpia, con olor agradable a fresca primavera, con notas de pétalos de rosas de color rosado. Tuvo la sensación de que alguien la vivía, no podía entender por qué, sentía como si estuviera ahí en compañía. Mirando hacia el frente caminaba, mirando hacia la izquierda proseguía y así invadiendo aquel hogar continuó y hasta la cocina no advirtió que llegaría. Nadie la esperaba sin embargo, se seguía sintiendo en agradable compañía. Entre sala y cocina contempló las cortinas en las ventanas y las fotografías, las cuales eran estampas de dos personas que por sus risas y forma de abrazarse se entendía que se querían. Ana Luz no podía evitar hacer pausa en cada cuadro fotográfico y cual si fuera una adolecente enamorada sonreía; era como si entendiera ese amor, ese amor de dos que todo lo compartían. De repente una voz masculina que se escuchó lejana, la separó de aquella relajante sensación. Era la voz de Álvaro con tono airado, aquel anciano que siempre su rostro tenia amargado, arrugado; aquel anciano rebelde y autoritario, que no soportaba la presencia de nadie en los predios misteriosos, apartados y cercados. (No con verjas de cemento, sicone fence ni maderas… era como si la misma naturaleza la resguardara). Ana se asustó muchísimo y de momento no encontraba donde ocultarse, pues sintió que en cualquier lugar se delataba. Sin opción allí en la cocina, donde un chinero verde repletos de copas de cristal se encontraba buscó refugio y se ocultó detrás. Los latidos de su corazón, eran tan fuertes que las copas a voces le gritaban. Desde ahí capturó la entrada del viejo, quien llegó, se sentó con algo de dificultad, en un sillón reclinable que en la sala ubicaba, comenzó a mecerse, cerró sus ojos y se sorprendió al ver como las expresiones fuertes de su rostro se disipaban al tiempo que suspiraba; suspiro profundo… profundo… de lo más hondo de su ser. Y allí sentado, en el umbral de su melancolía; Ana Luz logró ver su alma, que en voz alta exclamaba:

__ ¡Martha, Martha!

Ana Luz, perdió el miedo, ante aquel rostro y con confianza y curiosidad se acercó con total inocencia y preguntó:

__ ¿Quién era Martha?

Álvaro se sobresaltó, al mismo tiempo lo hizo Ana Luz y mientras su corazón en su pecho se aceleraba, Álvaro furioso y confundido la interrogaba:

__ ¿Cómo rayos entraste aquí, chiquilla?

__ Contesta, mocosa…

__ ¿Cómo entraste...?

__ ¿Qué haces aquí...?

__ Responde… Hablaaaaa…

Ana Luz, quedó petrificada, muda, pues de aquella alma en pena ya no veía nada. La niña quedo vulnerable, asustada, indefensa y sentía como toda la furia de Álvaro la envolvía, la arrastraba, la tiraba contra las paredes, contra el suelo, contra su propia alma. No con golpes físicos, sino con su estridente voz y su fea mirada. Los ojos verdes de Ana Luz, cual si fueran mar de agua salada se llenaban y con su rostro asustado, pero con tierna y compasiva mirada toda la furia que Álvaro desataba soportaba, ahí parada, estoica… Cada vez que Álvaro la increpaba, Ana Luz se sobresaltaba, sus ojos cerraba y hombros elevaba hasta que… Álvaro vió aquella lágrima que se escapó del horizonte de ese mar y por sus mejillas rosadas rodaba con prisa, para que la subsiguiente no le alcanzara. Álvaro fijó su mirada en aquella lágrima que inexplicablemente le hizo recordar a Martha. ¡Cayo de sopetón sobre el sillón nuevamente y drenado, sin energía, volvió a suspirar esta vez sin caparazón, sin expresión, sin nada! Miro a Ana Luz, con una tierna mirada y ahí quedó… Simplemente la miraba… Luego le susurro, se iba a llamar Amanda….

Ana Luz llorosa, asustada, dominada por su curiosidad, por el nombre de Martha volvió a preguntar.

__ ¿Quién era Martha, su mamá?


Presto ya estaba Álvaro, para responderle:

__ Que te importa chiquilla__

Pero al entregarse a aquella mirada, sintió deseos de desahogar su incomprendido corazón y en muy baja voz relato…

__Martha, era mi esposa…

Nos casamos a los veintisiete años, recuerdo ambos teníamos la misma edad. Ella era jovial, tenía un color de piel trigueña, sedosa que invitaba al tacto. Era delgada, muy delgada. Siempre llevaba su cabello corto, el cual era muy fino. Una sonrisa traviesa, provocadora, atrevida, su sonrisa hechizaba. Vivimos felices por mucho tiempo… ¡Años de besos sinceros, años de jurarnos amor eterno! Una tarde al llegar de mi trabajo, Martha me recibió con una rica cena, una botella de vino sobre la mesa y sus copas preferidas adornaban la vajilla. Rápido pensé que día era; pero la fecha no coincidía con los días especiales en nuestras vidas, así que le pregunté:

__ ¿Qué celebramos?

__...Y me respondió…__

__ Primero disfrutamos la cena y luego celebramos toda la noche__

__ Le dije, está bien y su sonrisa pícara me contagio, no pude evitar abrazarla y besarla. ¡Hahhh, cuanto la amo!

Al culminar la cena, me dice:

__ ¡Llegó la hora del postre!__

Martha, venía hacia mí con un plato cubierto; ya mi boca salivaba, estaba ansioso de degustar ese rico flan que me prepara de almendras y fresas… grande fue mi sorpresa al ver escrito con "sirope" de chocolate y fresa sobre una vajilla de cerámica blanca:

__ ¡Buen provecho Papá!__

Al mirar a Martha, ella estaba que rebosaba, ese día me hizo inmensamente feliz, después de esa noche, vivimos los más hermosos nueve meses de su embarazo. Nos íbamos de compras juntos, seleccionando los muebles de la habitación, el lema de la decoración y ropa de cama, los colores que llevaría el cuarto del fruto de nuestro amor, las cintas que bordearían los paños, botines, medias y más botines. Clases de parto sin dolor, muchas revistas de “ESPERANDO TU BEBE” (le fascinaban), la ropa que llevaría al salir del hospital y… finalmente la selección del nombre que le pondríamos. Leímos decenas de nombres y sus significados, para cerciorarnos que los significados no variaban de fuente en fuente. Hasta que ella encontró el nombre ideal, el nombre que describiría perfectamente la personalidad de nuestro retoño. Martha tenía ese sexto sentido que le decía que sería niña y al parecer su carácter también.

__ ¡Ha, Martha, Martha…! __   

Repetía Álvaro, con la mirada al horizonte y de pronto; elevó la mirada hacia Ana Luz y le dice:

 __ AMANDA __

Ana Luz, confundida pregunta:

__ ¿Amanda es la mamá de Martha? __

__ No, responde Álvaro__.

__ Amanda, fue el nombre escogido por Martha__.

Álvaro, acerca su silla de ruedas, busca en la parte baja y saca un libro, lo habré en una página ya marcada y lee en voz alta:

__Amanda, 

Nombre femenino, de origen latín.

Lo que será Amanda por los demás.

Naturaleza emotiva vehemente. Se manifiesta en la expresión artística, las cosas del honor y las del humor. Ama el color, las proporciones y el ánimo alegre. Le gusta sentirse complementada.

Es empeñosa. Se expresa por medio de su comprensión para los demás, despierta simpatías y antipatías. Le gusta resolver problemas ajeno dar amistad. Ama lo que perdura

Es mente de pensamiento amoldable. Se expresa como pensadora liberal y fácil de congeniar, muestra facilidad para dar forma grata a las creaciones de una imaginación siempre fecunda. Recibe aumento en las empresas que requieren de gusto artístico, destreza en la coordinación y ejecución y cierto humor e idealismo en el logro de los resultados. Ama las cosas del amor, del honor y de la familia.

Podría destacar en profesiones como oradora, escritora, actriz, pintora, música, humorista, hostelera, comediante, estilista o comerciante.

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Número de Suerte: 6

__ Sabes; tenía mis dudas sobre la certeza de Martha sobre eso de que sería niña y le pregunté:

Martha y si es niño, ella me miro sonrió y solo me dijo se llamara Álvaro  como su padre y José, como el mío… Álvaro José; con sus mismas cualidades. Álvaro se dirigió nuevamente a aquel libro, busco entre sus páginas y luego de la mitad del libro comenzó a leer:

Álvaro

 Nombre Masculino de origen Germánico.

Totalmente prudente.

Naturaleza emotiva, amable y condescendiente. Suave, cordial, sagaz. Ama la armonía de las formas y los métodos persuasivos. Le gusta sentirse alabado.

Es adaptable. Se expresa airosamente en cualquier nivel. Gentil, vivaz y amigable. Ama lo que está más allá de la superficie de los seres y de las cosas.

Es mente de pensamiento deductivo. Se expresa como pensador independiente, con autoridad y lealtad, generalmente en actividades exclusivas, más dependiente de la intuición que dé la razón. Recibe aumento en tareas que requieren meditación, inspiración, inmersión en las profundidades del ser y de las cosas. Ama lo complejo y lo elevado, lo que se siente y lo que se presiente.

Podría destacar en profesiones como científico, profesor, ocultista, escritor, horticultor, inventor, abogado, actor, analista o líder religioso.

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Número de Suerte: 5__

JOSE

Nombre Masculino de origen Hebreo.

Del hebreo renuéveme (Dios) la familia. El undécimo hijo de Jacob.

Naturaleza emotiva y coincidente. Se expresa por medio de lo ideal, lo genial y lo causal. Ama la experiencia, el saber y la evidencia. Le gusta sentirse retribuido.

Es consecuente. Se expresa en la calidad, comodidad y utilidad del atavío personal. Gustoso se prestará a mejorar la vida urbana y la familiar. Ama el acompañar y ser acompañado.

Es mente de pensamiento convincente. Se expresa como pensador de alta responsabilidad moral, espíritu conservador y apego a la vida de las comunidades. Consecuente y diligente. Recibe aumento en las actividades que requieren de la acción, de la amistad, de la sociabilidad y de la urbanidad. Ama, educa y embellece, no tanto en su propio bien como en el de los demás.

Podría destacar en profesiones como médico, enfermero, músico, asistente social, arquitecto, decorador de interiores, cocinero o profesor.

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Número de Suerte: 3__

Álvaro, queda pensativo por un momento, al retomar su relato vuelve a suspirar y dice:

__ Fueron días de antojos, días de mucho sueño y pereza, otros de asco y nauseas, cosas que ahora no entenderás; refiriéndose a Ana Luz y prosiguió su relato…

__Era tarde en la noche de un lunes, cerca de las 11:46pm, cuando Martha despertó toda sudada, con dolores en su vientre y me decía que no podía respirar. De un salto salí de la cama y de otro me vestí. Ya en sala de partos, nos besamos, nos miramos… esa mirada  me Hizo sentir extraño, impotente, no la entendía; llevábamos tanto tiempo juntos, tan compenetrados que habíamos aprendido a comunicarnos sensorialmente. Ese día los nervios me nublaron los sentidos y no la descifré. Estábamos tan ilusionados… luego de un tiempo en sala Martha se complicó, su salud inexplicablemente se comprometió de tal manera que su médico me exigió que saliera del lugar, me negué, no quería, sentía que la abandonaba justo ahora que me necesitaba. Martha nunca se enfermaba, nunca se quejó de dolor de cabeza, fiebre o garganta. De todos modos me negué; pero seguían llegando médicos y enfermeras hasta que se hicieron demasiados para mí. (Álvaro comenzó a llorar y entre su llanto silente que le ahogaba en ocasiones continuo...)Tuve que dejarla entre tanta gente sola; ellos me obligaron a abandonarla o quizás no insistí lo suficiente. Solo al final… obedecí… solo me fui…

A eso de las 5:00 de la mañana, ya era martes; el ginecólogo de Martha sale del quirófano visiblemente cansado, me mira fijamente a los ojos y me dice:

__ Lo siento…

__ No pudimos hacer nada…

Mire perdido al doctor, sin entender de qué me hablaba, le pedí fuera específico:

__ ¿De qué me habla?__

El doctor responde:

__ Martha…

No quería entender, no me daba la gana. Así que le dije nuevamente:

__ Doctor ¿De qué me habla?__

Me respondió…

__ Perdimos a Martha…

Sentí que no había aire en la sala de espera, sentí que todo se apagaba, me sentí sin fuerzas, sin control de mí…

Luego de varios minutos, me encontraba en una habitación, sobre una camilla, mientras una enfermera me observaba. El doctor de Martha, su ginecólogo, también me acompañaba. Arrastró una silla, se sentó muy cerca de mí y me confesó:

__Martha ha venido luchando contra unas células cancerosas desde sus diecisiete años, llegó el momento en que la proliferación de estas células se pudo controlar, Martha tenia diagnosticado cáncer de colon. No obstante planificó su vida y decidió ser feliz, ser esposa, ser madre… decidió vivir…, aunque ya sabía que moriría. Al escuchar esa confesión me costó muchísimo creer que me estaban hablando de mi esposa, mi Martha… no, ella no era así, egoísta. Entonces le respondí al galeno buscando más respuestas:

__ ¿No compartió su diagnóstico conmigo?

__ ¿Por qué elegir sufrir sola?

__ ¿Por qué no me brindó la oportunidad de decidir?

Sé que ella me amo; pero fue egoísta, ¿o fue un amor ignorante, al pensar que de esa manera no me lastimaría?

Su ginecólogo infructuosamente trato de que comprendiera la decisión de Martha, explicándome:

__ No reveló nunca su diagnóstico contigo, porque pensaba que te aferrarías a tratamientos dolorosos, extenuantes e incapacitantes, a los cuales ella no estaba dispuesta a someterse. Estaba convencida que eso traería discordias entre ustedes y mucho sufrimiento. No deseaba que sus últimos días fueran así. Martha había decidido que sería Amanda quien sobreviviría, para que ocupara tus días con sonrisas, sueños y esperanzas para el futuro. Para que te llenara de abrazos cálidos y sinceros TE QUIERO. Amanda era su gran legado, la personita que sellaba el pacto de su amor.

Entonces Ana Luz interrumpe y le pregunta a Álvaro:

__ ¿Dónde está Amanda, se casó?

__ Nooo, le respondió…

__ Lo que no advirtió Martha, era que Amanda en su vientre con vida no existía. Amanda había muerto dos días antes de aquel lunes. Ese imprevisto alteró todo lo planificado por Martha __.

Álvaro comenzó a llorar…

Le confiesa a la joven niña, pensando que por su edad no entendería…

__ Mi rabia, mi coraje es con la vida, con los médicos de Martha, que la apoyaron en sus decisiones, con su familia, con la mía, con Martha y con mi propia vida. Quien me dio las más grandes alegrías e ilusiones; fue quien me causó la más profunda herida. A quien le entregue por años todo mi ser, guardó para sí, el arma con la que al final me mataría. Me brindó toda una vida de mentiras. A quien aún amo, me destruyó la fe  y lleno de miedos mi corazón. No quiero preocuparme por nadie, no quiero que nadie lo haga por mí.

Ana luz, niña compasiva y empática por naturaleza, comenzó a llorar y entre sollozos decide contar al viejo Álvaro la pena que todas las mañanas la coloca frente a la ventana de su habitación, que da al ala sur de su residencia.

Por: Isabel Levy Aponte/

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