jueves, 10 de octubre de 2013

LIBRE ALBEDRIO




  Las personas llegan a nosotros con un propósito en nuestras vidas, al igual nuestra persona llega a la vida de otros para cumplir un propósito, ¡es recíproco! Una vez, ese propósito se realiza es tiempo de partir o dejar ir. Al aferrarnos o aferrarse surge la infelicidad... Alguien se convierte inevitablemente en prisionero, alguien inevitablemente en carcelario. De igual forma existen las almas que no tienen propósito en nuestra vida o nuestra alma no tiene tarea en la existencia de un ser determinado, pero se aferran o nos aferramos.  La vida se compara con un tren, ese que una vez comienza su marcha lo hará siempre para ir en avanzada, no retrocede, no puede hacerlo. Sus vías no están construidas para ir en retroceso. Si te equivocas de tren, espera la oportunidad, te bajas y aguardas el tren indicado. Tienes que estar alerta y preparado, pues si lo dejas pasar… continuarás esperando. En ese viaje entrarán persona necesarias para tu destino y se irán (no te aferres, déjalas partir). Otras tendrás que tirarlas tú, del tren (porque las que se aferraron fueron ellas) y te lastiman, te limitan o te impiden ver tu camino. No se entiende que nuestro destino no es ahí y causan o causamos tragedias, tristezas y alteramos el orden divino.
¿Qué donde está Dios?
-- Observando el desenlace de nuestras decisiones.--
¿Que por qué no intercede?
--  Porque nos dio libre albedrío. --
Meditemos en ello.
 Levy/

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