Un varón, que enfiló su artillería pesada hacia una
mujer que “cayó”. Surge una relación y una sola persona que se “vivió la película”
y probablemente, se enamoró.
El oleaje de la sensualidad tiene sus comienzos con llamadas eróticas y
suspiros telefónicos. El juego mortal del erotismo cibernético. Las fotos eróticas
o los videos sexuales explícitos no se dan “así, de repente”. Se van gestando
con los deseos reprimidos de una larga espera, las fantasías, producto de una
confianza que se fue a pedacitos depositando, entre otras millonésimas de
posibilidades.
Con peticiones simples de envió de fotos
faciales, bajo el pretexto de quiero ver tu cara como se ve ahora, hasta llegar
a peticiones más sensitivas; accedemos guiados por la ilusión de
invulnerabilidad.
Una vez traicionada la confianza
depositada, al ser expuesta a un público espectador no ponderado, nuestro pudor
se mancilla, por aquellos que disparan a juzgar y que son miembros de una
Sociedad de Doble Moral. En medio del linchamiento, es normal escuchar con vergüenza
ajena:
En que pensaba…. (En el amor y el
deseo).
Como se atrevió… (Porque confió).
No tiene vergüenza… (El pudor se pierde
con el deseo; no tengo conocimiento de personas que tienen coito chocando dos
tazas de café).
Tiene que estar mal de la mente…
En este punto, me pongo en pausa y es
que si nos vamos por la línea de mente y mal funcionamiento, tenemos que tener
en cuenta, las sustancias químicas que segrega el cerebro y que alteran
nuestras percepciones, sensaciones y buen juicio; para ejecutar el Libre
Albedrio.
Siendo así entonces, hay que darle énfasis
a lo siguiente:
“La dopamina provoca sentimientos de
euforia, mientras la adrenalina y la norepinefrina, hacen que el corazón lata
con fuerza y nos quitan el sueño. El sentimiento amoroso aumenta el flujo de
sangre hacia el centro de placer del cerebro, de manera similar a lo que sucede
cuando nos hacemos adictos a las drogas. Sumando que cuando nos enamoramos,
descienden los niveles de serotonina en nuestras neuronas, lo que explica
porque al principio de una relación, NO tenemos ojos para nada más que para su
pareja”.
El asunto es… si está mal de la mente,
sufre de lo que yo diría “condición del cerebro enamorado”. Muchos se sienten
libre de juzgar, porque, y es cierto, todos nos enamoramos; pero no es menos
cierto, que no de la misma manera, intensidad, ni bajo las mismas influencias.
Por lo que solo puedo exclamar:
“Pueblo que olvida, gente que no aprende”.
Mis ladies, quien quiera ver todo el erotismo y sensualidad que poseen que se
lo disfrute en vivo y a todo color… cuerpo a cuerpo. Vivan su sexualidad, pero cuídense.
No confíen en nadie, tomen decisiones sabias en cuestiones del amor, porque
errores de esa índole son irreversibles.
Levy/
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