Las personas llegan a nosotros con un propósito
en nuestras vidas, al igual nuestra persona llega a la vida de otros para
cumplir un propósito, ¡es recíproco! Una vez, ese propósito se realiza es tiempo de
partir o dejar ir. Al aferrarnos o aferrarse surge la infelicidad... Alguien se
convierte inevitablemente en prisionero, alguien inevitablemente en carcelario.
De igual forma existen las almas que no tienen propósito en nuestra vida o
nuestra alma no tiene tarea en la existencia de un ser determinado, pero se
aferran o nos aferramos. La vida se
compara con un tren, ese que una vez comienza su marcha lo hará siempre para ir
en avanzada, no retrocede, no puede hacerlo. Sus vías no están construidas para
ir en retroceso. Si te equivocas de tren, espera la oportunidad, te bajas y aguardas
el tren indicado. Tienes que estar alerta y preparado, pues si lo dejas pasar… continuarás
esperando. En ese viaje entrarán persona necesarias para tu destino y se irán
(no te aferres, déjalas partir). Otras tendrás que tirarlas tú, del tren (porque las que se
aferraron fueron ellas) y te lastiman, te limitan o te impiden ver tu camino. No
se entiende que nuestro destino no es ahí y causan o causamos tragedias,
tristezas y alteramos el orden divino.
¿Qué donde está Dios?
--
Observando el desenlace de nuestras decisiones.--
¿Que por qué
no intercede?
-- Porque nos dio libre albedrío. --
Meditemos en
ello.
Levy/
Levy/
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